So, I’ve been very fortunate a good friend of mine, Tere Estudillo, decided to base part of her Masteral thesis on my debut novel “Pearl, of the Orient”. Her work involved translating my novel from English to Spanish. I’ve put Chapter 3 here, and if demand for it exceeds expectation, we may have to get Tere to translate the entire thing. Enjoy! 🙂
CAPÍTULO TRES
SUERTE Y MAGIA
La Tita Tercera era una niña bonita, que siempre tuvo bastantes pretendientes, pero nunca se interesó en ninguno de ellos. Ni siquiera les dio la oportunidad de salir con ella porque estaba esperando a cumplir 47 años, ella sabía que a esa edad aparecería el hombre perfecto. Más vale tarde que nunca para estar con el hombre perfecto que con cualquier otro, y desde ese momento consideró todas las oportunidades de romance que se le presentaron como inútiles y sin sentido.
Ella se mantuvo delgada y arreglada, pero conforme los años pasaron ella vio a cada una de sus amigas casarse. Ella fue testigo todos los cambios por los que pasaron, de chicas delgadas bonitas a novias embarazadas a amas de casa desaliñadas a madres quejumbrosas. Sus amigas se quejaban continuamente de sus esposos, hijos, familia política, sirvientes y de las labores del hogar. La Tita Tercera sentía que se quejaban de todo, como si eso las aliviara de la monotonía de su vida cotidiana. Lo más curioso es que cuando se les preguntaba sobre su vida, siempre decían que eran felices y que nunca cambiarían lo que tenían por nada del mundo; incluso a las que el esposo les había puesto los cuernos, decidían hacerse de la vista gorda.
Su colega, SiewLeng, lloró frente a ella en una ocasión, « ¿Qué caso tiene quejarse? Es obvio que ya no le parezco atractiva; de otra manera no buscaría otra mujer, no solo otra, otras. Oh, ya no sirvo para nada, pero no lo puedo dejar y él lo sabe. ¿Qué puedo hacer sin mis dos sirvientes?, ¿Qué sería de mis hijos si los abandono? ¿A dónde iría? ¿Cómo puedo obtener dinero para mantenerlos yo sola? A final de cuentas, es mi vida y debo aceptarla. »
La Tita Tercera estaba paralizada, pero « ¿por qué? »
«Puede divertirse con otras, pero al final del día, regresa a casa conmigo. Soy afortunada de tener un hombre que me mantenga, a mí y a mis hijos. Debo ser una buena esposa y mantenerme en silencio; aunque me lastime, me debo tragar mi orgullo y ser agradecida. »
Historias como estas solo servían para aumentar la fe de la Tita Tercera de no darle esperanzas a ningún hombre antes cumplir 47 años; a pesar de esto, no podía evitar sentir como si estuviese perdiéndose de algo, pero nadie lo sabía, nadie podía saberlo. La Tita Tercera estaba decidida a permanecer pura y virginal hasta conocer al hombre de sus sueños, a los 47 años de edad.
Primero creyó que debía mantenerse bella para poder atraer al hombre ideal, pero al paso de los años, le importaba cada vez menos. Si era su destino, creía que el hombre ideal la amaría sin importar su apariencia; no tendría que ser un modelo de belleza toda su vida, porque sería amor verdadero. Entonces dejó de saltarse menos comidas, compró más chocolate y sus horas de nadado se redujeron de 3 días a la semana a ninguno. Su talla de ropa aumentó de 8 a 12 a 14. De pronto, ir en automóvil al trabajo era parte de su rutina diaria.
Sus estudiantes (era maestra de primaria) le hacían caras de cerdo por detrás cuando entraba al salón y se reían muy fuerte; excepto por aquellos que le creían sus historias de magia negra durante las clases de historia. Ella seguía contando sus historias entre clases, sobre La Caída de Malaca y la Segunda Guerra Mundial, hasta que un devoto estudiante católico se quejó con sus padres, los cuales se quejaron con el director de la escuela, « Los fantasmas que obedecen los mandatos de sus “maestros” no existen, ¡Srita. Ong! ¡Le pido que solo enseñe historia! »
Su fascinación por la magia negra comenzó a los 13 años de edad cuando su familia se mudó a una nueva casa. Detrás de la casa había un templo indio, el cual siempre estaba lleno de devotos los viernes y los sábados. Las campanas del templo sonaban fuertemente para hacerles saber a los devotos que la oración estaba por comenzar. Al principio, a los miembros de la familia Ong les molestaba el silencio en el vecindario, pero a final de cuentas se acostumbraron. La familia contrató a una sirvienta de la India que les limpiaba y cocinaba, la cual se quedaba con ellos de lunes a viernes. Los viernes se arreglaba y luego iba a rezar al templo antes de regresar a casa para pasar el fin de semana con su familia,
Una semana antes del festival indio de Thaipusam, la Tita Tercera había estado en cama por causa del sarampión. Kalimah, la sirvienta de la India, regresó a la casa después del fin de semana con una apariencia un tanto extraña; su comportamiento era extraño. Parecía que estaba en trance y esta reacción se agravaba cada que iba a alimentar a la Tita Tercera. Ella se alternaba entre acariciar el enfebrecido rostro de la Tita Tercera y gritarse histéricamente por alguna supuesta mala conducta.
Tres días después, la familia Ong estaba más que preocupada, Kalimah había preguntado si la Tita Tercera estaría lo suficientemente bien como para sentarse a cenar con el resto de la familia; la Sra. Ong respondió que sí, pero como precaución extra debía comer sola hasta estar totalmente aliviada. De pronto, mientras servía la cena, Kalimah aventó un tazón de sopa de vegetales contra la pared acompañado de un grito intenso. La vajilla de porcelana se hizo añicos y la sopa se regó sobre el armario y el piso; era como si le dijera a algo que se alejara y la dejara en paz. Después comenzó a sacudirse, a bailar desenfrenadamente en la cocina mientras que la familia Ong la veía sin poder hacer algo, estaban demasiado asustados como para hacer algo. A los cinco minutos del trance se calmó, sin ningún recuerdo de lo que había hecho y limpió el desorden sin decir nada.
La Sra. Ong llamó inmediatamente al sacerdote del templo hindú, desde su cama podía escuchar la conversación claramente.
«Obviamente ha sido poseída por algún espíritu maligno,” su madre afirmó» «Todo estaba bien cuando partió la semana pasada. »
«Tal vez, señora. »
«Tenemos que hacer algo, no puedo tolerar este tipo de conducta en mi casa, ¡mis hijos podrían ser heridos! »
«Si, señora, organizaré una ceremonia de exorcismo. »
El viernes llegó y el sacerdote del templo hindú vino al hogar de la familia Ong para rezar. Los devotos regulares de los viernes al no encontrar al sacerdote en el templo, pronto se enteraron en donde se encontraba y se dirigieron a la casa de la familia Ong para ver el exorcismo. La multitud atrajo a vecinos curiosos y en poco tiempo la casa estaba abarrotada; la Sra. Ong no estaba nada complacida, pero estaba mucho más preocupada de resolver el problema de Kalimah de una buena vez por todas.
Una Kalimah sumisa entró, y caminó hacía un círculo dibujado con gis en medio de la cocina. El sacerdote comenzó a cantar sobre un tazón con cenizas, y sus seguidores hicieron lo mismo. Kalimah comenzó a retorcerse de manera anormal y en poco tiempo comenzó a gritar y a retorcerse del dolor en el piso. La Tita Tercera se aferró a su madre, mientras que sus hermanos y hermanas observaban con fascinación; aunque notó que sus hermanos mayores se reían al ver a Kalimah bailar su danza maníaca.
« ¿Quién eres? » La voz profunda del sacerdote brotó frente a la Kalimah poseída,
Para sorpresa de la Tita Tercera, Kalimah con los ojos bien cerrados, abrió la boca y contestó con calma. No pudo entender nada de lo que decía porque hablaba en tamil, un dialecto del sur de la India. Las manos de Kalimah se movían a toda velocidad mientras hablaba, señalando a todas partes, a veces se escuchaba molesta, y otras triste. Casi le da un ataque cuando de repente Kalimah abrió los ojos, dijo algo en voz alta y la señaló.
Sintió sus mejillas arder cuando todos voltearon a verla, el sacerdote le dijo algo a sus padres, algo que ella no pudo escuchar. La gente emitió sonido de asombro y todo mundo se le quedó viendo por más tiempo.
Después se enteró que Kalimah había sido poseída por el fantasma de una mujer que había sido asesinada en un accidente en motocicleta, un mes después de haber dado a luz. Su esposo había enloquecido de dolor y se alejó, y nunca más lo volvieron a ver. El bebé fue puesto bajo el cuidado de un tío, el cual lo abandonó inmediatamente en un orfanato. Posteriormente, una familia de dinero adoptó al bebé.
El sacerdote le pidió al fantasma que se fuera en paz, porque el bebé había sido adoptado por una familia que lo cuidaría.
Como expiación por ser tan “sucia” como para ser poseída por un fantasma, el sacerdote ofreció un castigo purificador para Kalimah. Ella necesitaría raparse la cabeza, una gran deshonra para una mujer hindú, y participar en las festividades del Thaipusam con una gran espiga de metal entre sus mejillas. El fantasma parecía tranquilo, y después de las palabras finales, el sacerdote metió su pulgar en la fina ceniza y aplicó una mancha grisácea blanquecina en medio de la frente de Kalimah. Entonces, Kalimah se recuperó del trance y miró a la multitud desconcertada, la cual después de presenciar el show comenzó a retirarse de la residencia de la familia Ong.
La Sra. Y el Sr. Ong agradecieron al sacerdote por su ayuda e hicieron una donación en efectivo al templo. Había sido una noche muy peculiar, la noche en que la Tita Tercera descubrió que era adoptada.
«¡Aiyah! »Tu padre quería una niña mah! »
« ¿Pero por qué no me dijiste? »
La Sra. Ong sacudió su cabeza, «¿Cómo te lo digo?” Todavía eres tan joven, de todas maneras, deberías estar agradecida por que te adoptamos, ¿Quién más te hubiera querido? » Afirmó en un tono engreído la madre (adoptiva).
Entonces nació una niña llamada Chong Lin Hui y se le llamó Ong Cheng Lan. La Tita Tercera creció creyendo que debía estar agradecida con el destino por situarla en un bello hogar con “hermanos” y “padres” que se preocuparan por ella.
Como la mayoría de sus hermanos, ella fue enviada a una escuela étnica donde el idioma de instrucción era el mandarín. Después de la escuela, iba a una Escuela Normal en Kuala Kangsar para aprender a ser docente, una de las profesiones más respetables para una mujer.
Una semana después de cumplir 20 años, su madre la llevó con un adivino llamado “Ah Pek” (de cariño “viejo” en hokkien). Ah Pek dirigía su negocio en el templo local chino, a la espera que los devotos preguntaran su destino; tenía cerca de 65 años de edad y estaba arrugado por el sol. Normalmente daba confianza al andar en bicicleta por la ciudad, saludando y despidiéndose o parándose para chismear sobre las últimas indiscreciones, nacimientos y muertes. Nadie sabía cómo comenzó en el negocio de la adivinación, pero era muy popular; normalmente había cinco personas en la fila esperando a que les leyeran el destino, independientemente de la hora de la sesión.
Su mirada era profunda e intensa, y la Tita Tercera sintió que le abrían la piel para poder ver su alma.
Él reflexionó sobre sus datos ominosamente (le preguntó su nombre completo, fecha y hora de nacimiento, y verdadero nombre de familia) mientras su madre esperaba sentada, silenciosa y sumisa.
Finalmente le preguntó a la Tita Tercera que rezara por sus ancestros (sus verdaderos ancestros, no los que la adoptaron) y les pidiera que le sonrieran a su vida. Le dio a ella una pequeña caja de bambú con lo que parecían largos palitos para paletas. Estaban hechos de bambú, teñidos de color café y pintados con caracteres chinos color rojo.
«Agita la caja mientras rezas » le mostró Ah Pek como hacerlo, «Uno se caerá, cuando ocurra, levántala y dámela. »
Ella hizo lo que él le pidió y obviamente después de agitar la caja (parecía como si rezara) por quince segundos, un palito se cayó. Ah Pek tomó su palito y lo colocó debajo de un grueso libro de consulta, maltratado por el uso excesivo y le dio un vistazo. Por lo que pudo ver la Tita Tercera, estaba lleno de tablas con números y palabras como “Pena” y “Prosperidad”; parecía que buscaba ciertas páginas como si ya supiera donde leer. Cada vez que el encontraba una página con algún significado, asentía con la cabeza y pronunciaba un retumbante y lento “Mmmm”.
Después de un tiempo, volteó a ver a la madre de la Tita Tercera. «Esta niña es muy inteligente y tiene también un corazón abierto. Puede llegar a ser una buena maestra o tal vez doctora o enfermera. »
« ¿Doctora? » ¡Pero es una niña! Gritó la mamá, la cual nunca había escuchado que una mujer pudiera ser doctora.
«Sí, una niña…»
Ah Pek parecía confundido y le pidió la mano a la Tita Tercera. Ella temerosamente le dio la mano izquierda, él tomó su mano con delicadeza y aplanó su palma. Su mano se sentía cálida pero firme y ella sintió como si flotara en el aire.
«Mmm»
La Tita Tercera estaba ansiosa, ¿Qué estaba viendo? ¿Tendría una buena vida?
Él la soltó.
«Trabajarás duro entre tus 20 y 32 años de edad. El día que cumplas 21 años, deberás liberar ocho palomas desde lo alto de una colina, esto te salvará de un gran accidente, también deberás portar un dije de jade de la Diosa Kuan Yin para la buena suerte y deberás liberar dos tortugas al mar cuando tengas 28 años, para poder gozar de buena suerte. Si haces esto, serás beneficiada económicamente a los 35 años de edad, conocerás el amor verdadero a los 47 años y tendrás una vida feliz hasta finales de tus 60. Después de los 60, tendrás algunos problemas pero vivirás una vida plena. Si te es posible, abstente de comer carnero.»
La Tita Tercera quería preguntar qué problemas se le presentarían después de cumplir 60 años, pero no tuvo el valor. Después de todo, ella era una simple niña frente a adultos experimentados.
Su madre preguntó sobre los prospectos de matrimonio. «Aiyah, Ah Pek, ¡¡¡47 años!!! Será una vieja solterona, ¿a quién le gustaría casarse con ella? »
Ah Pek miró a la Sra. Ong y luego a la Tita Tercera. Él sonrió sospechosamente, «Ella descubrirá a los 47 años que solo hay un hombre que le será leal. No podrá confiar en ningún otro hombre que conozca. »
La Sra. Ong sacudió tristemente la cabeza, «esto es muy mala suerte. Estás diciendo que esta pobre niña no puede confiar en ningún hombre que conozca. »
«Tal vez no deba confiar en ti. » La Tita Tercera se sorprendió de lo que había dicho sin pensar.
La Sra. Ong la regañó severamente y le dijo que se disculpara con Ah Pek, lo cual ella hizo. «Por favor perdona a esta niña, Ah Pek es mi culpa que ella sea bohtuabohseh. Ella carece de la discreción de un adulto y el respetuoso silencio de un niño.»
De cualquier manera, Ah Pek simplemente le sonrió y asintió con la cabeza a la Tita Tercera. «Ong Cheng Lan también conocido como Chong Lin Hui, eres joven, inteligente, puedes tomar tus propias decisiones. Puedo decirte qué veo en tu futuro, pero eres tú quien lo vive y lo determina. »
Tenía sentido para la Tita Tercera, porque ella se sentía en control de su propio destino. No había necesidad de adivinos que le dijeran que hacer con su vida, no había necesidad de liberar palomas, tortugas y que sé yo. Se sonrió a sí misma mientras que su madre le agradecía al hombre viejo y le daba un paquete rojo con dinero. Mientras se retiraban, el viejo les llamó.
«Regresen, olvidé algo. »
Las dos regresaron con una expresión de preocupación en la cara. ¿Qué había olvidado el viejo?
«Siéntense. »
Él sonreía mientras levantaba el libro viejo y usado de consulta de la adivinación. El palo de bambú que la Tita Tercera había escogido estaba ahí abajo.
«Veamos que dice. Ah…»
La Sra. Ong y la Tita Tercera se miraron a los ojos, y luego miraron a Ah Pek.
«Tu hija, Sra. Ong, es muy afortunada. Traerá mucha suerte a su familia mientras conserve su apellido de soltera. »
La Sra. Ong no sabía cómo reaccionar, «esto quiere decir que ¿tendremos mala suerte si se casa? »
El viejo solo sonrió y contestó, «En tu corazón está la respuesta. »
Aunque la familia habló largo y tendido de las predicciones del adivino durante la cena y en los días siguientes, ella simplemente sonreía sin poner atención a lo que los demás decían. Sus hermanos en un principio expresaron cinismo, celos y luego enfado, comenzaron a hablarle y a jugar con ella otra vez. Y poco a poco, todo fue olvidado.
La Tita Tercera se inscribió en una Escuela Normal en Kuala Kangsar. Ella regresó a casa para celebrar su vigésimo primer aniversario, y se fue en el automóvil junto con el resto de su familia. Sus padres no le querían decir a donde se dirigían; manejaron rumbo a un bosque hasta que llegaron a un espacio abierto. Era un día bello e hicieron un picnic sobre el pasto, comieron sándwiches y cuando la Sra. Ong sacó el pastel de cumpleaños, todos cantaron “Feliz cumpleaños”. La Tita Tercera se sentía extremadamente feliz; éste era la señal más certera que ella era un verdadero miembro de la familia, y no importaba que fuera adoptada.
La Sra. Ong llamó a la Tita Tercera, la miró seriamente y le dijo: “Ahora debes liberar las palomas.”
Le tomó a la Tita Tercera uno o dos minutos darse cuenta lo que su madre quería decir, pero para ese momento la Sra. Ong ya había abierto la cajuela y había sacado una jaula con 8 palomas. Había popó de paloma por toda la jaula porque había sido un camino agitado, por esa razón las palomas no se pudieron aguantar.
La Sra.Ong le dijo a la Tita Tercera que cerrara los ojos y les pidiera a los ancestros que la bendijeran; también debía agradecerles por cuidarla todos estos años y debía pedir un deseo.
La Tita Tercera cerró los ojos y pidió encontrar un esposo, un buen hombre que la cuidara. Si era posible, que los ancestros trajeran a su vida a este hombre antes de los 47 años de edad.
Abrió la puerta de la jaula, y la familia emitió un sonido de sorpresa al ver a las 8 palomas blancas elevándose hacia el cielo abierto.
La Sra.Ong la jaló hacia ella y le dio un alhajerito, ella lo abrió y adentro había una figura compleja de madera de la Diosa China de la Misericordia, Kuan Yin. La figura estaba hecha de jade tan blanco como la nieve y venía con una bella cadena de oro. La Sra. Ong la levantó, desabrochó los extremos y la puso alrededor del cuello de la Tita Tercera.
«Esto te traerá buena suerte »afirmó, «utilízala día y noche, y tu Kuan Yin se tornará verde con tu calor corporal; mientras más oscuro, más suerte tendrás. »
Poco después de su graduación, se le pidió que representara a su escuela en un torneo inter-universitario de ajedrez. La Escuela enviaría a cuatro miembros del equipo de ajedrez a Kuala Lumpur para el torneo. Sus padres adoptivos estaban muy orgullosos del hecho que la Tita Tercera era buena jugando ajedrez; no era ajedrez chino, era el tipo de ajedrez con piezas que parecen caballos y castillos que los caballeros británicos jugaban en clubes exclusivos. La Tita Tercera gritó de emoción con solo pensar en viajar a la capital del país, y esta emoción era mayor que su miedo a competir contra nuevos oponentes.
El día previo al viaje, la Tita Tercera estaba caminando de regreso a la Escuela después de ir de compras, cuando un chico en bicicleta chocó contra ella. Ella escuchó un gritó y un segundo después, el peso completo del chico cayó sobre su frágil cuerpo. Primero se impactó en la cara, podía sentir su delicada piel romperse y sus labios rasgarse, su pierna se atoró entre los radios de la llanta y el armazón de la bicicleta, y mientras la bicicleta caía al pavimento y rebotaba, ella escuchó un fuerte crujido, un dolor agonizante ardía en todo su cuerpo. Uno de los radios de la llanta de su bicicleta se despegó y le dejó un rasguño en la mejilla izquierda.
La Tita Tercera lloró fuertemente de dolor, por el hecho de que ya no le sería posible viajar a Kuala Lumpur, su sueño de viajar se había detenido abruptamente así como ella. Ya no se podía mantener de pie, y el chico con el que había chocado, estaba inconsciente.
Había gente alrededor de ella, dos hombres levantaron al niño y otro trató de sacar su pierna de la llanta de la bicicleta, y ella gritó. Luego oscureció.
Cuando abrió los ojos, podía escuchar gente hablando.
«Él debió fijarse hacia donde se dirigía, pobre Ah Lan.»
El chico resultó gravemente herido, la Tita Tercera cargó la mayor parte del impacto y lo amortiguó; su madre se presentó a disculparse incondicionalmente y también agradeció a la Tita Tercera por salvar su vida, ellos pagarían todos los gastos hospitalarios. Su propia madre había venido desde Kuala Kangsar para cuidarla mientras se recuperaba.
A pesar de todo esto, la Tita Tercera lloró desesperadamente. La Tita Tercera estaba devastada por haber perdido el viaje al torneo, aquellas estúpidas palomas no la salvaron. Ah Pek era un mentiroso, ¡ella lo sabía! ¿Por qué creyó en estas absurdas historias?
Tres días después, su madre llegó a la casa emocionada con el periódico en mano.
«¡Aiyah! ¡Ah Lan! ¡Vengan a ver esto!»
La Tita Tercera echó un vistazo a la primera plana del periódico, pero no le encontró mucho sentido. El encabezado decía ¡matanza! Había una imagen grande de un vehículo destrozado. Cada ventana de cristal quedó hecha trizas y los asientos manchados color carmesí por la sangre, estaban tan desgarrados que el relleno de esponja estaba por todas partes.
La Sra. Ong gritó «Eres tan afortunada-lah! ¿Recuerdas ese viaje? Qué bueno que no fuiste, ¿Ya viste lo que pasó? ¡Accidente! Todos murieron. »
La Tita Tercera no podía creer lo que escuchaba, Pansy, su mejor amiga era la presidenta del club de ajedrez, ¿acaso ella también estaba muerta? La Sra. Ong todavía estaba charlando casi histérica.
«…a veces tienes que agradecerle a la Diosa de la Misericordia; gracias a este accidente te salvaste de sufrir uno mayor. »
Y en eso se dio cuenta.
« ¡Ah Lan! ¿Recuerdas a Ah Pek? Recuerda lo que dijo. »
No necesitó recordarle a la Tita Tercera que las palomas la habían salvado de un accidente más grande. Sí, tenía una pierna rota, sí, estaba hospitalizada, pero sí, estaba viva.
A partir de ese día, la Tita Tercera creyó en los adivinos.